Honramos a los veteranos
Los veteranos estadounidenses han hecho todo lo que se les ha pedido en su misión para servir a nuestro país. Consideramos que nunca es demasiado tarde para darles una “bienvenida a casa” digna de un héroe.
Nuestro programa denominado “Honramos a los veteranos” se hace en colaboración con la Organización Nacional de Hospice y Cuidados Paliativos y el Departamento de Asuntos de Veteranos de Estados Unidos. Juntos nos comprometemos a brindar comodidad, dignidad y calidad de vida a los veteranos en nuestra comunidad.
Respetar sus deseos y brindarle atención que se ajuste a sus necesidades son nuestra prioridad número uno, y reconocemos las necesidades especiales de los veteranos.
Nuestro objetivo es:
- Agradecerles a los veteranos por su servicio a nuestro país
- Brindarles a los veteranos una oportunidad de contar sus historias
- Conectar a los veteranos y a sus familias con servicios y beneficios disponibles para ellos
- Ofrecer una ceremonia de condecoración para honrar al veterano
- Demostrar agradecimiento a las familias de los veteranos y apoyarlas mientras ellas apoyan a su ser querido
El deseo de volar por última vez
Un veterano de la Armada de U.S. vuela en su cumpleaños número 91
El cumpleaños número 91 de Robert Shaffer estaba cerca. Un día, Karen, su trabajadora social de Hospice, le preguntó si todavía tenía alguna meta pendiente. Bob dijo que quería volver a pilotear una avioneta por última vez. Le compartió sus recuerdos de cuando tenía una avioneta Cessna de cuatro asientos y los vuelos que hacía por el noroeste de Estados Unidos.
Así que Karen y su equipo de Hospice pusieron manos a la obra. Encontraron a un piloto local que donó su tiempo para participar en el vuelo, y el personal de Montecito Manor, donde vivía Robert, se ofreció a transportar al Sr. Shaffer al aeropuerto de Watsonville y a traerlo de vuelta a su hogar. Las hijas de Robert también ayudaron a planear todo.
El día del vuelo, Robert dijo que estaba un poco nervioso, pero una vez en el aire, sintió la libertad que le daba volar. “Fue un gran obsequio”, dijo Bob. Cuando volvió a Montecito Manor, no pudo evitar compartir sus aventuras con los demás residentes y el personal. Incluso dijo que sentía que su vida estaba completa.